JUANITO LAGUNA DE ANTONIO BERNI

1981 Unos días antes de su muerte, Antonio Berni en una entrevista decía:

"El arte es una respuesta a la vida. Ser artista es emprender una manera riesgosa de vivir, es adoptar una de las mayores formas de libertad, es no hacer concesiones. En cuanto a la pintura es una forma de amor, de transmitir los años en arte."


A principios de la década del 50 Berni recorrió varios pueblos de Santiago del Estero, provincia de la República Argentina. Allí conoció a los chicos de la pobreza. A muchos de ellos los pintó, y les dio nombre en forma individual, pero nunca como hasta finales de la década del 60, había bautizado a toda una serie de pinturas con un nombre. Era el nacimiento de Juanito Laguna, con quien Berni quiso crear un arquetipo que representara a todos los chicos que él conoció. Juanito aparece en la pintura de Berni en la década del 60 y en parte de la siguiente. Fue presentado en la Galería Witcomb entre el 6 al 18 de noviembre de 1961.
Juanito vive en una Villa, la del Bajo Flores. Berni conoce la Villa, la observa, la fotografía: analiza los espacios y su gente. Nunca se supo con certeza porqué eligió el nombre "Juanito".
Con Juanito, Berni volvió a usar la técnica del Collage que ya había experimentado en los años 30. El Collage será su lenguaje, a la manera de Matisse de la década del 40 y 50. Para crearlo, Berni utilizó los materiales que estaban en el espacio donde vivía Juanito. Todo aquello que la gran ciudad desecha y que sin embargo la villa aprovecha.
"Juanito Laguna" constituye una serie discontinua. Berni no seguirá la cronología de Juanito. Lo pintará sin seguir el orden de su crecimiento. Creará episodios que protagoniza Juanito y su familia y el mundo próximo y lejano que lo rodea.
Esta serie finalizó en 1978.

PÁGINA MEMORABLE ESCRITA POR FERNANDO FADER

El día 20 de mayo de 1938 sale publicado en la revista "EL HOGAR" un autorreportaje de FERNANDO FADER en el que el artista describe su mundo interno y su visión acerca de temas existenciales como el paso del tiempo, el dominio de las emociones y el sentido de la vida.
Las imágenes proceden de un ejemplar original.
Reproducimos el texto completo.

UN AUTORREPORTAJE DE FERNANDO FADER, PRIMICIA EXCLUSIVA DE "EL HOGAR"
Fernando Fader, para no sentirse tan solo -como él lo confiesa- solía escribir.
Eligiendo los ratos más tranquilos y quietos, provocaba la confidencia íntima que no sa­lía de sí mismo, haciendo hablar y discurrir a sus personajes: era más bien un solilo­quio en que las ideas y pensamientos brillaban y la forma del decir se hacía casi poética. Pudiera sugerirlo a través de sus memorias como pintando el paisaje interior de su espíri­tu. Sus papeles, de todas clases y tamaños, borroneados, de apuntes al dorso, están apro­vechados sin desperdicio con los finos caracteres de su escritura cursiva donde difícilmente hay alguna enmienda. Han sido recogidos y guardados cuidadosamente por su esposa, la señora Adela Guiñazú de Fader, quien me ha autorizado a publicarlos por intermedio de EL HOGAR. Voy completando así, con el alto valor documental que cabe atribuirles, la difu­sión de los manuscritos de Fader que comencé a hacer conocer por las columnas de esta mis­ma revista el año pasado. Con ellos se podrá definir mejor su personalidad artística y su fi­sonomía intelectual. Hay marcada diferencia en su estilo, según la época: alegre, optimista, casi satírico, cuando venciendo el desahucio de los médicos se entrega a su alejamiento de Ischilín; y triste, pesimista, casi doloroso, cuando va perdiendo toda esperanza de vivir. Pero sigue pintando a pesar del "mal tiempo y del frío", renovando sus emociones y admitiendo el sufrir porque para eso "ha nacido"...
Los conceptos sobre arte con que analiza al pasar todas las cosas que le rodean y que for­man su pequeño mundo circundante, van brotando de su pluma ágil, mezclados a deducciones de una especie de filosofía cruda pero sincera, como podrá verlo el lector en la página siguiente.
ARMANDO MAFFEI

LA INTERPRETACIÓN Y EL ALMA DEL PAISAJE
- por Fernando Fader -
Un vestíbulo de casa de campo. Una chimenea donde arde un grueso tronco. El pintor está sentado a la izquierda, en un banco rústico de algarrobo. Al lado de la chimenea una tenaza, un gancho y una pala de hierro forjado. Sólo se mueve de cuando en cuando para cambiar la posición de la pierna o encender un cigarrillo. Paca largo rato mirando el fuego. Aparece lentamente sentado frente a él, él mismo era una sillita, delante de un caballete, y dice:
FADER - Tener que pintar con este tiempo, ¡Qué frío hace junto a esta represa!
EL OTRO YO - ¿Y por qué te obstinas en pintar siempre esta fa­mosa represa? Si ya la pintaste como veinte veces, ya te dirán que te estás repitiendo cada año.
FADER - ¿Repetirme yo? (se sonríe) ¿Crees tú, acaso, que una emo­ción se repite si tú sabes dominarla y orientarla?
EL OTRO YO - ¿La emoción de las hojas que caen? Ya la pintaste va­rias veces.
FADER - Y dime ¿Acaso esas mismas hojas caen todos los años en la misma forma? ¿En el mismo momento? ¿Y en la misma agua?
EL OTRO YO - Más o menos en otoño, por regla general.
FADER - No voy a discutir porque no vale la pena. Pero te diré que admito eso de más o menos, y aun que dijeras que caen en igual forma. Sólo me pregunto yo ¿Tú lo ves igual todos los años de tu vida? ¿Ese año más o menos? ¿Acaso me has oído antes quejarme del frío y de este vaho helado que me sube como un fantasma, que me ahoga?
EL OTRO YO - La vejez, entonces. Con no pintar más en tales condi­ciones estás del otro lado.
FADER - Gentil consejo. No me opongo a que sea la vejez, como tú dices. Será la vejez en los huesos. Pero voy viendo más, más adentro. Cada año, ¡qué cada año!, mientras pinto, cada día, cada hora, voy comprendiéndolo todo; a menudo me asusto de verlo tan sencillo, tan simple ... ¡y tan (como abstraído) enorme! Y que sea yo quien lo ve. Qué me importa que me levante helado, tosiendo hasta ahogarme. Para remediarlo está después la estufa.
EL, OTRO YO - Sin embargo, hace poco tuviste un buen susto con un resfrío y te propusiste cuidarte.
FADER - Es cierto, y por esta causa me levanto con frecuencia de mi sillita para calentarme en un fogoncito que me hago con ho­jarasca. Pero después vuelvo a sentarme y miro, y miro, y todo se me hace tan natural. De no ser porque no se puede con esas telas y colo­res, y de no ser que mi gente necesita de mis cuadros para vivir, allí no más dejo todo, porque me basta haberlo visto.
EL OTRO YO - ¿Y qué dirían los otros si dejaras de pintar?
FADER - ¿Los otros? ¿De quién me hablas? ¿De los que me compran mis cuadros? ¿De los que van para encontrarlo mal todo o de los que van para sentir algo?
EL OTRO YO - De estos últimos. Porque son pocos y caben en tu "Ford" viejo.
FADER - ¿Y qué derecho tienen ellos y los otros de exigirme a mí que les diga lo que yo siento y lo que yo veo? ¿Nunca has pensa­do tú que ser así: un profundo sentimiento, es una condena? ¿Y tener que decir lo que uno sufre?...
EL OTRO YO - ¿Y te quejas tú? ¿Acaso no te pagan bien?
FADER - Hombre, no lo sé. Pagan bien mis cuadros, es cierto. No, espé­rate; no me pagan bien. Es, tal vez, comprar caro, que no es lo mismo. Yo que he nacido con eso, lo he cultivado; he trabajado mu­cho. No, no he trabajado mucho. No es cierto. He sufrido mucho; así es. He sufrido mucho, porque para eso he nacido...
EL OTRO YO - Y no has gozado nada, ¡P
obrecito!
FADER - ¿Haces tú diferencia entre sufrir y gozar? Para mí era lo mis­mo decir: he gozado mucho.
EL OTRO YO - ¿Y entonces?
FADER - ¿Entonces qué? ¿Acaso me he quejado de algo? He dicho que siento tener que pintar con este mal tiempo y nada más. ¿No ves que a pesar de ello sigo pintando? Y sigo pintando porque necesito ganar dinero para mí y para mi gente. ¿Le parece deshonesto, acaso?
EL OTRO YO - Tanto como deshonesto no, pero como otra vez le estás dando a la represa...
FADER - Sí, pero ahora no caen las hojas. Ahora mi represita me ha dado una sorpresa. Se ha cubierto de un yuyo verde, tan verde, que de lejos parece una esmeralda grande.
EL OTRO YO - Verde en lugar de amarillo.
FADER - Pero ¿cómo es posible que se reduzca todo un pequeño mundo a términos tan simples?... Verde o amarillo. Tú no ves la la­bor formidable de ese yuyito para multiplicarse en esta forma. Fíjate que la ha tapado con un manto verde en pleno invierno. Y el agua se esfuerza en abrir los ojos y a ratos lo consigue con la ayuda de una rama que cae, con el viento que separa los yuyos, y entonces se ve muy adentro del agua, como si le leyeras en el alma... Y a tal lo llamas tú simplemente verde. ¿Y no ves cómo ese verde convierte todo en derredor en otro tono? Los troncos de los sauces en todos sus planos mirando al agua reflejan verde, y así hace mi represita una sinfonía nueva, tan enormemente rica y tan enormemente silenciosa. Porque tú no sabes que yo la quiero a la represita porque es mía. Es mía porque el terreno es mío. Y es mía porque yo hago de ella lo que quiero, lo que se me antoja. ¿Comprendes lo que es? Pongo en ella mi atención, mi cariño, y me lo devuelve enjoyándose en el espejo del ramaje fan­tástico, obscurecido en el fondo fangoso a través del agua cristalina. Se encrespa cuando hace frío, se encoge bajo los sauces como una mu­jer bajo la colcha abrigada. Juega con los rayos del sol y los deja ju­gar con ella... Entonces parece que estuviera quietita, desnuda, ente­ramente desnuda...
EL OTRO YO - Al paso que vas, te harás poeta.
FADER - ¿Me haré poeta? ¿Lo dices para hacerme creer que valdría más que siendo pintor?
EL OTRO YO - Más. tal vez no, pero...
FADER - Cállate; yo no soy ni pintor ni poeta. Sólo sé sufrir.

Se desvanece lentamente, y arregla el fuego, pensativo; deja lentamente la herramienta y su cara se vuelve de expresión enormemente triste...


CAE EL TELÓN

EL CONCEPTO DE ENCUENTRO (TELE Y TRANSFERENCIA)

Según  Moreno  “la  transferencia  es  el  desarrollo  de  fantasías  (inconscientes)  que  el  paciente proyecta  sobre  el  terapeuta,  ot...