EL ARTE DE VIVIR POR CARL GUSTAV JUNG



Compartimos un fragmento de una nota periodística realizada al Dr. Carl Gustav Jung, en Zurich, en el año 1960 con motivo de su cumpleaños número 85.

(solicitar nota completa para envío vía mail a encuentroscausasui@gmail.com)

“Un conocimiento de sí mismo
cada vez más profundo, es indispensable
para continuar viviendo realmente en la vejez”

-¿Qué hice el día de mi cumpleaños? Mantenerme, en principio, alejado de los visitantes, particularmente de los "intelectuales". En su mayor parte no tienen ni la más remota idea de lo que pueda hablarles. Se sienten demasiado elevados, por otra parte, para leer mis libros. Yo no me dejo impresionar lo más mínimo por los intelectuales. Después de todo, yo también lo soy. No es la gente académica la que lee mis libros. ¡Oh, no! Es la que cree que ya lo sabe todo. Quien acostumbra a leer mis libros es gente común, muchas veces de pobres recursos. ¿Y por qué lo hacen? Porque en este momento existe en el mundo una profunda necesidad de guía espiritual... casi diría de cualquier clase de guía espiritual... Fíjese en la gran popularidad que tiene hoy la Astrología. La gente lee sobre Astrología porque le ofrece una forma de inspiración mental, tal vez una forma con limitaciones, pero al menos es mejor que nada.

-Aunque la gente ha aumentado su promedio de vida, seguimos, sin embargo, con la regla de que el retiro de las actividades debe producirse a los sesenta años. Esta inactividad lleva, generalmente, a la soledad y a una lenta extinción. ¿Cree usted que los ancianos pueden sacar mejor provecho de sus vidas?
-Desde hace mucho tiempo hablo en favor de la existencia de escuelas para adultos. Para mucha gente, la segunda parte de la vida tiene una estructura completamente diferente de la primera. En la gente joven, la marea ascendente de la vida los lleva a alcanzar cierto grado de seguridad, plenitud y éxito. Durante este período uno puede olvidarse de las experiencias desagradables: la vida es aún nueva y fresca y cada día renueva la esperanza de que con ella llegarán las cosas deseadas, todas aquellas que hasta ese momento no se pudo alcanzar... Pero cuando uno se acerca a esa imprecisa época que fluctúa alrededor de los cuarenta años, entonces es cuando uno vuelve la mirada hacia el pasado que se ha acumulado a nuestras espaldas. Y la silenciosa pregunta se nos enfrenta, simulada o directa: ¿Dónde estoy parado? ¿Logré realizar mis sueños? ¿He correspondido a mis esperanzas de lograr una vida feliz sobre la base de los mismos preceptos y exigencias que me impuse hace veinte años? ¿He sido fuerte consistente, activo e inteligente, y suficientemente constante para alcanzar las oportunidades o hacer las elecciones justas en los momentos cruciales, y hallar la respuesta apropiada a los problemas a los que, me enfrentó el destino y la fortuna? Y entonces le llega el turno a la pregunta- final: ¿Qué posibilidad hay de que vuelva a fallar nuevamente, en la concreción de aquello que, indiscutiblemente, no he logrado realizar en los primeros cuarenta años?

Le pregunté, entonces, qué podía aconsejar a las personas que pasan los cuarenta, y repitió el viejo aforismo: "Conócete a ti mismo". Luego añadió:
-Una constante profundización del conocimiento propio es, me temo indispensable para la continuación de una vida real en la época de la edad provecta... no hay nada más ridículo que personas de edad queriendo aparecer jóvenes. Así pierden dignidad, que es la prerrogativa de sus años. Descubrirse uno mismo es proveerse de todo la que uno es, y está preparado a ser, y de todo aquello por lo que está viviendo. De modo que cualquier cosa que se encuentre en esta suma de valores es un factor de vida. Si uno se descubre, por ejemplo -continúa el doctor Jung- una irrefrenable tendencia a creer en Dios o en la inmortalidad, no debe permitir que le molesten los gritos de los llamados libre pensadores. Y si uno se encuentra con bastante resistencia como para negar cualquier idea, religiosa, no dude tampoco, y fájese luego cómo esa posición influye en el estado general de su mente.

-Entonces, ¿usted no cree que necesariamente sea tontería que la gente sitúe sus esperanzas en las posibilidades de una vida extraterrena?, pregunté.

-Como no hay posibilidad de probar nada -respondió el doctor Jung-, resulta tan legítimo creer en la vida después de la muerte, como dudar de ella. Poseemos experiencias que apuntan hacia ambos lados. Lo único importante es saber qué puntos de vista se avienen mejor a la disposición, general. En caso de duda, sugirió el doctor Jung, la gente debería tratar de aprender de "la sabiduría tradicional de todos los tiempos y de toda la gente", los valores eternos que han sido compartidos por la humanidad desde sus primeras épocas. Porque uno no debe dejarse detener por la estúpida objeción de que nadie sabe si las antiguas ideas universales -Dios, inmortalidad, libertad de pensamiento, y demás- son verdad o no. La verdad en este caso es el criterio errado. Uno sólo se puede preguntar si nos son útiles o no, si el hombre se beneficia y siente que su vida está más completa y halla más satisfacción con o sin ellas.

-¿Y la felicidad humana, tomada en conjunto? -pregunté al doctor Jung- ¿Cuáles son, a su juicio, los factores básicos?

Entonces me hizo una lista de cinco factores:

1. Buena salud mental y física.
2. Buenas relaciones personales e íntimas.
3. Capacidad para percibir la belleza en arte y naturaleza.
4. Niveles de vida razonables y trabajo satisfactorio.
5. Un punto de vista filosófico o religioso que lo capacite a uno para afrontar con buen éxito las vicisitudes de la vida.

Luego, con una sonrisa burlona, subrayó secamente que "una lista de los factores determinantes de la infelicidad sería mucho más larga".
Y agregó:

Lo que usted siempre está temiendo parece que estuviera, precisamente, esperándolo; en cambio, lo que usted busca y desea pareciera eludirlo. Y cuando lo tiene en sus manos, suele no ser lo que, esperaba...
Pero la felicidad, a juicio del doctor Jung, "es un fenómeno objetivo e individual que, por consiguiente, no tiene reglas completamente firmes..."

-Nadie podrá llegar a la felicidad a través de ideas preconcebidas -agrega-. Más bien podríamos considerarla un regalo de los dioses. Viene y se va y lo que una vez le ha hecho a usted feliz, no volverá a hacerlo otra vez, necesariamente.

Sólo una cosa parece indudable, según el doctor Jung:

-Hay tantas noches como días, y todos son iguales a lo largo del año. Inclusive una vida feliz no puede existir sin una cierta medida de oscuridad, y hasta la palabra "feliz" puede perder su significación si no fuera balanceada por alguna infelicidad. Cuanto -más deliberadamente busque usted la felicidad, puede estar más seguro de no encontrarla. Es, por lo tanto, preferible tomar las cosas como vengan, con paciencia. Y así, por lo menos alguna vez, la rueda de la fortuna podrá depararnos algo bueno y afortunado...

EL CONCEPTO DE ENCUENTRO (TELE Y TRANSFERENCIA)

Según  Moreno  “la  transferencia  es  el  desarrollo  de  fantasías  (inconscientes)  que  el  paciente proyecta  sobre  el  terapeuta,  ot...