LA PREGUNTA POR EL PSICO-ANALISIS...

Lectores:
Los invitamos a pensar al Psicoanálisis
como un discurso, una manera de pararse, una manera
de hacer, de ser…

Como un trabajo antropológico en el alma propia.
Un estudio de la propia existencia.
La búsqueda de la causa singular del mal-estar.

Al pensar el término (psico-análisis) desde un punto de vista lógico, nos encontramos con: análisis de lo psi o psicológico.
Si en cambio miramos su arte, lo que vemos es el descubrimiento y la construccion de la lógica uno-otro.
Si consideramos sus herramientas, tenemos que pensar en el lenguaje, en el propio lenguaje. En lo dicho, de distintos modos.

La llamada regla fundamental, propuesta por los psicoanalistas, es que nuestros pacientes-analizantes digan todo lo que se les ocurra y es en ese decir que un sujeto se va construyendo.
Decir, que puede ser con la palabra o con otro tipo de lenguaje, de expresión.

Sigmund Freud, padre del psicoanálisis, pensaba que el psicoanálisis era una revolución del espíritu, que debía sacudir la conciencia del mundo.

En “Múltiples Intereses del Psicoanálisis” que escribió en 1913 nos dice: “El psicoanálisis es un procedimiento médico que aspira a la curación de ciertas formas de nerviosidad” (neurosis) (…)
Es una manera particular de tratar la angustia, nuestra turbación, el dolor existencial y sacar de ahí la fuerza para vivir de una nueva manera.

El psicoanálisis es un orden que favorece que un sujeto pueda inventarse como sujeto o más bien, reinventarse. Es reparar, transformar, rearmar.

Transitar el psicoanálisis es una manera de hacer algo distinto con uno mismo, animarse a reescribir la propia historia.

Dejarse tomar por el discurso psicoanalítico es hacer uso de las propias marcas y es sustraerse del dolor de existir.

Un sujeto es capaz de esto, solo si se decide.

“LO ESPIRITUAL EN EL ARTE” por WASSILY KANDINSKY

El espíritu, al igual que el cuerpo, se desarrolla y robustece con el ejercicio.
El cuerpo abandonado se debilita y se hace impotente, lo mismo ocurre con el espíritu. La intuición innata del artista es un talento que no debe enterrar. El artista que no aprovecha sus atributos es como un esclavo haragán.

Es, por ende, preciso y nunca perjudicial que el artista conozca el punto de partida de estos ejercicios, que consiste en la exaltación del valor interior de su material con una balanza objetiva. Esto es, en nuestro caso, el análisis del color, que deberá influir sobre diversas personas.

No se necesita, para ello, sumergirse en hondos y complejos matices del color, sino simplemente alcanzar una definición lógica de los colores simples.

Tomemos primero los colores aislados y permitámosles influir sobre nosotros según un esquema simple y planteando la cuestión de la manera más sencilla posible.

Los aspectos fundamentales que atraen nuestra atención son dos:

1. El calor o el frío del color.

2: La luminosidad u oscuridad del color.

De esta manera, cada color tiene cuatro tonos clave: caliente claro, caliente oscuro, frío claro y frío oscuro.

El calor o el frío de un color está predeterminado, generalmente, por su inclinación hacia el amarillo o el azul. La diferenciación se realiza en un mismo plano; el color posee un tono básico, pero con un mayor o menor acento inmaterial o material. Estamos frente a un movimiento horizontal que se aproxima al espectador cuando el color es cálido y se distancia de él cuando el color es frío.

Los colores que ocasionan el movimiento horizontal de otro color, están determinados también por ese movimiento, y poseen otro simultáneo que los individualiza por su efecto interior. Se establece de esta manera la primera gran antinomia, de acuerdo con el valor interior. La orientación de un color hacia el frío o el, calor, tiene una importancia interior primordial.

La otra antinomia importante se funda en la oposición entre el blanco y el negro, los colores que instauran la otra dupla de tonos clave: la tendencia hacia la luminosidad o a la oscuridad.

Aquí también acontece un fenómeno de proximidad o distancia respecto del espectador, pero ya no dinámica sino estáticamente.

El segundo movimiento del amarillo y el azul, dentro de la primera antinomia, es centrífugo o centrípeto". Si trazamos círculos idénticos y coloreamos uno de amarillo y otro de azul, percibiremos que el amarillo irradia energía, toma un movimiento desde el centro que lo aproxima ostensiblemente a espectador.

El azul, en cambio, produce un movimiento centrípeto (como un caracol que se introduce en caparazón) que lo distancia del espectador. El primer círculo impacta sobre la vista, el segundo la atrae.

El efecto señalado se intensifica al introducir la diferencia entre claro y oscuro: el efecto del amarillo se incrementa al iluminarse (esto es, agregándole blanco) y el efecto del azul recrudece al oscurecérselo (mezclándolo con negro). Esto es más evidente si tenemos en cuenta que el amarillo se inclina tanto a la luminosidad (al blanco) que casi no existe un amarillo oscuro. Hay, entonces, un hondo parentesco físico entre el amarillo y el blanco, de misma manera que entre el azul y el negro, tanto que un azul marino puede ser tan profundo que no se distinga del negro.
Además del parentesco físico existe un parentesco moral, que delimita estrictamente a los dos duplas de colores (amarillo y blanco, por un lado; azul y negro por el otro) mientras que liga estrechamente a los miembros de la dupla (más adelante liaremos referencia a la relación entre el blanco y el negro).

Si queremos enfriar el amarillo (cálido por excelencia), aparece un tono verdoso y el color pierde dinamismo, tanto el movimiento horizontal como centrífugo, al tiempo que toma calidad de enfermizo y ensimismado, como una persona llena de entusiasmo y fuerza que se viera reprimida por circunstancias externas. El azul detiene al amarillo con movimiento opuesto. Si agregamos más azul, los movimientos antinómicos se contrarrestan, dando como resultado, la calma, y la inmovilidad del verde.

FREUD Y LA ESTETICA

El arte y más precisamente, la literatura parece haber ejercido sobre Freud una verdadera fascinación.

¿Cuáles son las razones de este persistente interés? Se puede argumentar, por cierto, que Freud era un letrado y que su doble formación científica y humanista, se gratificaba con la conjunción psicoanálisis-estética.
Es interesante observar, por ejemplo, que su gusto declarado por la tragedia griega y los autores alemanes del Sturm und Drang le pudo servir como incentivo placentero, por una parte, para la definición de algunos grandes complejos como el de Edipo, y por otra parte, para la profundización de la teoría del sueño, por el cual la literatura romántica alemana mostraba una marcada predilección.

Este gusto de burgués ilustrado no bastaría, sin embargo, para explicar la aplicación del psicoanálisis a la estética. De hecho, como lo recuerda Sarah Kokman, la opinión de Freud acerca de la capacidad del psicoanálisis para interpretar el hecho estético ha variado.
En 1913, escribe en Múltiple Interés del Psicoanálisis: "El punto de vista psicoanalítico proporciona esclarecimientos suficientes acerca de algunos problemas suscitados por el arte y los artistas; pero otros se le escapan completamente".
Diez años después, en Introducción al Psicoanálisis, podemos leer: "Las investigaciones del psicoanálisis han proyectado una ola de luz en los dominios de la mitología, la ciencia de la literatura y la psicología de los artistas... La estimación estética de la obra de arte, así como la explicación del don artístico, no son tareas para el psicoanálisis. Sin embargo, parece que el psicoanálisis está en condiciones de decir la palabra decisiva sobre todas las cuestiones que conciernen a la vida imaginaria de los hombres".
Resulta significativo cotejar ambos textos, ya que puede verse qué gran distancia separa los simples "esclarecimientos" de 1913 y la "ola de luz" así como la "palabra decisiva" de 1923. Lo que ocurre es que, en el intervalo, Freud elucidó un punto capital: la homología funcional entre el trabajo del sueño y la elaboración de la obra de arte.
La comprobación de esta homología -homología de trabajo a trabajo, trabajo del sueño y trabajo del texto, y no de sustancia a sustancia de uno y otro, por supuesto- autoriza a Freud a sugerir implícitamente que la extensión del discurso psicoanalítico a la interpretación de la obra de arte no es la transposición arbitraria del método general, sino una de las variaciones posibles de un enfoque interpretativo único en sus fundamentos y sus principios.

No es por ello menos cierto que los trabajos de Freud que están en relación con la creación artística indican claramente los límites de la aplicación del psicoanálisis a la comprensión de la obra de arte.
En “Un Recuerdo Infantil de Leonardo da Vinci”, Freud reconoce por una parte que no quiere emitir un juicio estético sobre el objeto de arte, y por otra parte que no puede explicar el fenómeno del "don" artístico. Recordando estas limitaciones voluntarias, Sarah Kofman añade que si nos atenemos a la prudencia de Freud, "el psicoanálisis solo aportaría al arte una contribución subordinada a la psicología del Ello y sus efectos sobre el Yo. Quedarían por elucidar el más allá y el más acá del Ello.
El mas allá, el trabajo del artista, sería tributario de una psicología del Yo, de la ciencia de la estética. El más acá, el don, el genio, sería un más acá absoluto, misterioso enigma, que escaparía a toda ciencia". Podemos preguntarnos en efecto, si hay que admitir -e incluso si Freud mismo admitía- esta concepción ideológica y casi teológica del artista, y si esta concepción no es algo contradictoria con lo que Freud mismo escribió sobre la contribución del psicoanálisis a la interpretación del fenómeno artístico.

Sería conveniente entonces desenmascarar el proceso de autocensura al cual Freud por compromiso con la ideología dominante, habría sometido su propio discurso; esto nos invitaría "a leer en (su) texto algo más diferente que lo que dice en su "literalidad".

Psicoanálisis y Lenguajes Literarios, Editorial Machette
Jean Le Gaillot

Relación entre PSICOLOGIA y ESTETICA

Las bellas artes revelan un tipo de conductas, aparentemente específicas, que pueden estudiarse tanto respecto del artista como respecto del público.
La estética conduce a investigaciones relativas a la producción y a la acción específica de las obras de arte.
En ambos casos existe la manifestación de un psiquismo en trabajo alrededor de una realidad, que puede ser percibida sucesivamente como estímulo, símbolo y valor.
La estética utiliza las técnicas y los datos de la psicología para este análisis, y a su vez proporciona a esta última medios de investigación. Existen casos en que se combina íntimamente psicología, estética y ciencias históricas, como en la psicobiografía de un artista.
Por otra parte, la utilización de las producciones artísticas permite explorar la psicología de sus autores a través de las características de sus producciones, al mismo tiempo que esta producción puede ejercer por sí misma un efecto sobre el psiquismo del que tiene una actividad artística. De este modo se han desarrollado dos técnicas: los tests llamados "proyectivos" basándose en material artístico y las "técnicas terapéuticas por el arte".

GRAMATICA DE LA FANTASIA

La piedra en el estanque
Una piedra arrojada a un estanque provoca ondas concéntricas que se expanden sobre su superficie, afectando su movimiento, a distancias variadas con diversos efectos, a la ninfa y a la caña, al barquito de papel y a la canoa del pescador. Objetos que estaban cada uno por su lado, en su paz o en su sueño, son como llamados a la vida, obligados a reaccionar a entrar en relación entre sí. Otros movimientos invisibles se propagan hacia el fondo, en todas direcciones, mientras la piedra se precipita removiendo albas, asustando peces, causando siempre nuevas agitaciones moleculares. Cuando toca fondo, agita el lodo, golpea los objetos que yacían olvidados, algunos de los cuales son desenterrados, otros a su vez son tapados por la arena. Innumerables acontecimientos, o mini-acontecimientos, se suceden en un tiempo brevísimo.

Quizás ni aún teniendo el tiempo y las ganas necesarios sería posible registrarlos sin omisión, en su totalidad.

Igualmente una palabra, lanzada al azar en la mente produce ondas superficiales y profundas, provoca una serie infinita de reacciones en cadena, implicando en su caída sonidos e imágenes, analogías y recuerdos, significados y sueños, en un movimiento que afecta a la experiencia y a la memoria, a la fantasía y al inconsciente, complicándolo el hecho de que la misma mente no asiste pasiva a la representación, sino que interviene continuamente, para aceptar y rechazar, ligar y censurar, construir y destruir.
La palabra "roca" por ejemplo. Al caer en la mente arrastra consigo, o choca o evade, en suma, de una forma u otra se pone en contacto:

- con todas las palabras que empiezan con “r” pero no continúan con o; como:
"rueda", "rama", "risa".

- con todas las palabras que empiezan por ro; como:
"rosa", "romero" "rota", "rojo", "rodilla", "ropero", "rozar", “ronda”.

- con todas las palabras que riman con oca; como:
"poca", "toca", "carioca", "oca", "loca", "boca".

- con todas las que están junto a ella, en el léxico, por afinidad de significado:
"piedra", "mármol", "ladrillo", "granito", "peña ", "adoquín", "lápida".

Estas son las asociaciones más cómodas. Una palabra choca con otra por inercia. Es difícil, sin embargo, que esto sea suficiente para hacer saltar la chispa (aunque no se puede decir que no).

La palabra, entretanto, se precipita en otras direcciones, se hunde en el pasado, hace aflorar a la superficie recuerdos sumergidos. "Roca", desde este punto de vista, para mí es Santa Catalina de la Roca, un santuario colgado sobre el lago Mayor. Iba en bicicleta. Íbamos juntos Amadeo y yo. Nos sentábamos bajo un fresco portal a beber vino blanco y a hablar de Kant. Solíamos encontrarnos también, en el tren, porque los dos éramos estudiantes golondrinas. Amadeo llevaba un largo abrigo azul. Algunos días, debajo del abrigo se le notaba la silueta del estuche del violín. El asa del estuche del mío estaba rota, tenía que llevarlo bajo el brazo. Amadeo fue con las tropas de alpinos a Rusia, durante la guerra, y murió allí.

También en otra ocasión se me apareció la figura de Amadeo, mientras investigaba sobre la palabra "ladrillo" que me recordó unos pequeños hornos, vistos en la campiña lombarda, y largas caminatas en la niebla, o en los bosques en los que frecuentemente Amadeo y yo pasábamos tardes enteras charlando de Kant, de Dostoievski, de Montale, de Alfonso Gatto. Las amistades de los dieciséis años son las que dejan señales más profundas en la vida.
Pero esto, aquí, no interesa. Interesa tomar nota de cómo una palabra cualquiera, elegida al azar, puede funcionar como palabra mágica capaz de desenterrar campos de la memoria que yacían bajo el polvo de tiempo.

(...)

Fragmento de “Gramática de la Fantasía”
Autor: Gianni Rodari

EL RETRATO DE DORIAN GRAY POR OSCAR WILDE

El artista es el creador de belleza.
Revelar el arte y ocultar el artista es la finalidad del arte.
Crítico es quien puede verter un estilo de otro, o convertir en nuevo material, su impresión de las cosas bellas.

La más elevada forma de crítica, como la más baja, son variaciones de la autobiografía.

Los que descubren mensajes feos en cosas bellas son corruptos sin ser encantadores. Esto es un defecto.
Los que descubren mensajes bellos en cosas bellas son espíritus cultivados. Para estos hay esperanza.
Elegidos son aquellos para quienes las cosas bellas implican tan sólo belleza.

No existe lo que solemos llamar un libro moral o un libro inmoral. Hay libros bien escritos y libros mal escritos. Nada más.
El desprecio del siglo diez y nueve por el realismo es la ira de Calibán al ver su propio rostro en un espejo. El desprecio del siglo diez y nueve por el roman­ticismo es la ira de Calibán al no ver su propio rostro en un espejo. (1)

La vida moral del hombre forma parte del material del artista, pero la moralidad del arte consiste en el uso perfecto de un medio imperfecto.
Ningún artista desea probar nada. Hasta lo que es verdadero puede probarse. Ningún artista tiene simpatías éticas. La simpatía ética en un artista es un imperdonable amaneramiento del estilo.
Ningún artista es mórbido jamás. El artista puede expresarlo todo.
Pensamiento e idioma son instrumentos artísticos de un arte.

Vicio y virtud son materiales artísticos para un arte. Desde el punto de vista de la forma, el prototipo de todas las artes es el arte de los músicos. Desde el punto de vista del sentimiento, el prototipo es el artificio del actor.

Todo arte es a un tiempo superficie y símbolo.
Los que penetran por debajo de la superficie lo hacen a su riesgo.
Los que leen el símbolo lo hacen a su riesgo.

Es el espectador, y no la vida, lo que el arte refleja real­mente.
La diversidad de opiniones en torno a una obra de arte denota que la obra es nueva, compleja y vital. Cuando los críticos disienten, el artista está de acuerdo consigo mismo.

Podemos perdonarle a un hombre que haga una cosa útil, siempre y cuando no la admire. La única excusa para hacer una cosa inútil está en que uno mismo la admire intensamente.

Todo arte es completamente inútil.


El retrato de Dorian Gray
Oscar Wilde
(1) Calibán es el nombre de un personaje de La tempestad, de William Shakespeare. En dicha obra, Calibán es un salvaje primitivo, esclavizado por el protagonista, Próspero, y representa los aspectos más materiales e instintivos del ser humano, frente al otro sirviente de Próspero, Ariel, que representa lo elevado y lo espiritual.
Este personaje ha sido reutilizado por la literatura posterior, reinterpretándolo como un símbolo del "hombre natural" de Rousseau, del materialismo frente al idealismo, de las clases sociales oprimidas por el capitalismo o de los pueblos colonizados.

CAUSA SUI POR JACQUES ALAIN MILLER

Aquí tenemos entonces algo que nos introduce indirectamente a la dialéctica del tiempo y del acontecimiento.

El acontecimiento es lo que ocurre, lo que pasa. ¿Es preciso decir que el acontecimiento es lo que ocurre en el tiempo? Es cierto que el tiempo aparece como el gran continente, no hay nada que no esté en el tiempo. En ese momento, el acontecimiento se recorta siempre sobre el fondo del tiempo, como una fuerza. Y hay filosofías del tiempo de las cuales se puede decir que la estructura está prescrita por la teoría de la forma, la Gestalt-Theorie.

Así como toda figura se separa de un fondo, el acontecimiento es una forma que se separa del fondo del tiempo, y el tiempo mismo está más acá de todo acontecimiento posible que se produzca en el tiempo.
Decir las cosas de este modo nos conduce a la objeción hecha por Lacan a la teoría de la forma, a partir de un ejemplo, a partir de la contemplación del cuadro de Edward Munch llamado El grito. Lacan comenta que el grito, la boca abierta que allí grita, no se inscribe verdaderamente en el espacio, es decir, no es una forma que se recorta del fondo del espacio, sino que, por el contrario, ella crea el espacio donde se inscribe.

Y, mutatis mutandis, podemos transponerlo al acontecimiento. Si el acontecimiento tiene un estatuto que le es propio, es en la medida en que crea el tiempo. Aquí tenemos otra cuestión: ¿el acontecimiento se inscribe en el tiempo o el acontecimiento crea el tiempo?
Notarán que el gran grafo de Lacan comporta un esquema temporal que podemos considerar centrado en el acontecimiento. Es un esquema que inscribe la flecha del tiempo, pero que le sobrepone un vector retrógrado a contra-corriente de la unidimensionalidad del tiempo.

En Lacan -y para nosotros- la flecha del tiempo encontró una actualidad singular a partir de la palabra, que parece implicar un carácter unidimensional del tiempo, como la frase se desarrolla sucesivamente sobre un único eje, en tensión hacia el futuro.
Hablo de las catorce a las quince horas y hay allí una duración que se articula al movimiento mismo de la palabra. El propio Saussure inscribió la palabra en el tiempo, podríamos hasta decir que la palabra es el tiempo, y ahí no se puede empezar donde uno quiere, es eso lo que hace temporalmente la diferencia esencial entre la palabra y la escritura. Con la escritura comienzan, en definitiva, por donde quieren. Eso se les presenta en su copresencia, mientras que la palabra siempre es imperativa, puesto que hay que seguirla, como se dice.

El estructuralismo lingüístico reforzó esta unidimensionalidad del tiempo. Al pensar a partir de la palabra, el tiempo tiene una dirección, sólo que Lacan agregó a ella una dirección retrógrada, la dirección retrógrada del efecto de significación, apta para inscribir, asimismo, el efecto de sentido y el efecto de verdad, dirección que comporta que el acontecimiento es susceptible de cambiar todo a nivel semántico.

Es un esquema del acontecimiento a partir de lo que tiene lugar en el primer punto de cruzamiento, donde se sitúa el acontecimiento, todo cambia a nivel semántico.

Este esquema supone que el acontecimiento alcanza la totalidad, es decir que el acontecimiento tiene una capacidad de reconfiguración de todo eso que con anterioridad era virtual. El acontecimiento se produce en un contexto pero, al mismo tiempo, lo trasciende y produce un sentido irreductible a ese contexto -y es allí donde es preciso elegir qué es lo real-.

¿Qué es lo real? ¿Acaso lo real es lo que está fuera del tiempo? ¿Se trata de la forma, del eidos griego, platónico? ¿Es la forma ligada a la contemplación, aquello que no cambia? ¿O corresponde pensar lo real en la dirección del acontecimiento?

En el psicoanálisis como práctica, lo real queda definido a partir de lo que ocurre, es decir, a partir del acontecimiento.
Lo binario de la forma y del acontecimiento dio lugar a un ensayo de un erudito italiano, traducido al francés, que se llama Carlo Diano, que opone el culto griego de la forma a lo que emergió en tiempos de la cultura helenística como valor propio del acontecimiento.

El acontecimiento es nuestro término, el término griego es tyche. La tyche aparece entre los griegos, en principio, con Hesíodo. Es la manifestación sublime de la acción divina, y luego, con Eurípides, se revela que la tyche, es decir, el acontecimiento en su carácter imprevisto, tiene el poder de cuestionar el poder de los dioses. Es decir, en un primer sentido, la tyche es la manifestación del Otro, y luego es necesario esperar al siglo V para darse cuenta que la tyche se inscribe en el Otro barrado. Es lo que afirma Eurípides: "Si la tyche existe, ¿qué son de ahora en más los dioses? Y si son los dioses quienes tienen la potencia, la tyche ya no es más nada".

Para nosotros, esto se traduce en la oposición entre el acontecimiento imprevisto y el cálculo del Otro. No es más que la introducción, el escándalo del azar, es decir, de eso que puede ocurrir sin estar determinado por los dioses, eso que no tiene otra causa que sí mismo.

Para decirlo en términos latinos, la tyche es el acontecimiento imprevisto, la presencia de la causa su¡, aquello que no podemos referir a otra cosa para deducirlo, para demostrarlo o determinarlo. Se terminó por hacer de la tyche una diosa, la diosa de la fortuna, la diosa aun de ilogismo, hasta terminar domesticándola cuando se la transformó en destino. El acontecimiento escandaloso terminó por apagarse en el destino, la diosa Tyche terminó por ser refrenada por la diosa Moira, la necesidad personificada.

La tesis de Diano, en todo caso, es que en la filosofía tenemos como resultado de ese binario el acontecimiento separado, contingente. ¿Es el advenimiento de algo por completo distinto, o bien es siempre el de un momento de un proceso? Por un lado, para los cínicos está el hecho inmediato, el acontecimiento bruto, es lo real; mientras que para los estoicos, el acontecimiento responde siempre a una providencia y, por ese mismo hecho, se encuentra encadenado a la necesidad.

En ese contexto prestigioso se inscribe de manera singular el tiempo lógico de Lacan. Ese tiempo lógico es lo contrario del tiempo psicológico. No es la modificación que afecta a un sujeto en su relación con el tiempo, deja de lado el tiempo de la espera, el de la urgencia, el del aburrimiento, por cuanto serían modalidades afectivas del sujeto. No porque esas modalidades afectivas sean indiferentes, sino porque no es allí donde apunta el tiempo lógico. No puede hacerlo puesto que Lacan entiende que el sujeto se constituye en el curso de ese tiempo, por consiguiente no hay un sujeto previo a ese tiempo, susceptible de ser afectado. Hay un sujeto en vías de realización.
Cuando aborda ese tiempo lógico, Lacan hace eco, a sabiendas o no, a la definición vulgar del tiempo, porque lo define como un movimiento. Encuentran esto en la segunda página de su "Intervención sobre la transferencia". Habla allí de un movimiento que califica de ideal, que el discurso introduce en la realidad. Ese es el valor específico que hay que dar a ese término "ideal": un movimiento dialéctico como movimiento ideal.

El valor propio es que el tiempo es el efecto del significante y que el sujeto debe pasar necesariamente por enunciados destinados a ser desmentidos. Y entonces se perpetúa bien, en ese concepto, la noción de sucesión. Pero se trata de sucesión de posiciones, de sucesión de tesis que deben ser formuladas para ser desmentidas, como la letra S debe ser escrita para ser tachada.

Bien, me voy a detener aquí porque es la hora. Aclararé esto la semana próxima.
8 de marzo de 2008


Extraído de "Los usos del lapso. Los cursos psicoanalíticos de Jacques Alain Miller"


CAUSA SUI POR FRIEDRICH NIETZSCHE

No existe mejor contradicción interna que la causa sui; una especie de violación y de golpe mortal a la lógica.

Pero el orgullo ilimitado del hombre le ha conducido a enmarañarse cada vez más en la intrincada madeja de este absurdo; el anhelo del "libre arbitrio" entendido en el sentido superlativo y metafísico que domina aún (por desgracia, en los cerebros semicultivados), que es la necesidad de soportar la completa y absoluta responsabilidad de sus actos y de no adjudicársela a Dios, ni mundo, a la herencia a la suerte, a la sociedad, esta causa sui no es otra cosa que la necesidad de ser uno mismo; con esta audacia desbordante que supera la del barón de símil Munchausen héroe de un cuento popular alemán, fue empleado por primera vez por Schopenhauer en su obra la cuádruple raíz del principio de la razón suficiente) prueba a tirarse a sí mismo de los cabellos para salir del pantano de la nada y entrar la luz de la existencia.
Si alguien llegase a vislumbrar la necia rusticidad del famoso concepto del "libre arbitrio", hasta llegar a borrarlo de su espíritu, yo le rogaría que diese un paso más y borrase también de su cerebro lo contrario de este seudoconcepto, es decir, el "determinado', el cual conduce al mismo abuso de las nociones de causa y de efecto. No hay que concretizar la "causa" y el "efecto" cómo hacen equivocadamente los sabios naturalistas y todos los que como ellos piensan en términos de naturaleza.

Conviene, sin embargo, no servirse de la "causa" y del "efecto" sino en calidad de puros conceptos, o sea, como ficciones convencionales que sirven para designar, para ponerse de acuerdo, pero de ninguna forma para explicar algo. En el "en si' no hay ningún vestigio de "lazo causal", de "necesidad", de "determinismo psicológico'; allí el "efecto' no sigue a la "causa"; ninguna "ley" rige allí.

Nadie más que nosotros hemos sido los inventores de tantas ficciones como: la causa, la sucesión, la reciprocidad la relatividad, la necesidad, el número, la ley, la libertad, la razón, el fin; y cuando introducimos falsamente en las "cosas" este mundo de símbolos inventados por nosotros, cuando lo incorporamos a las cosas como si les perteneciese "en sí", obramos una vez más, como lo hemos hecho siempre, creando una mitología.

El "determinismo" no es más que un mito. En realidad, estamos frente a voluntad fuerte o débil Cuando un pensador trata de descubrir de una vez en todo "encadenamiento causal" y en toda "necesidad psicológica" algo que se parezca a una frustración, a una necesidad, a una concatenación obligada, a una presión, a un servilismo, es casi siempre el síntoma de que hay algo que falla en el ente en cuestión, y al sentir de este modo es incuestionable que la personalidad se descubre allí.
De esta manera general, si mis observaciones son exactas, el problema del determinismo se considera desde dos aspectos absolutamente diferentes, pero siempre de manera absolutamente subjetiva: unos, no queriendo compartir la "responsabilidad" de su creencia en sí mismos, su derecho personal, producto de su propio mérito (es el caso de las castas vanidosas); otros, por el contrario, rehuyendo de toda responsabilidad, impulsados por el desprecio de sí mismos y ansiosos de desprenderse sin importar en dónde o sobre quién caiga la pesada carga de su yo.

Cuando éstos escriben libros tienden a emprender la defensa de los malhechores; su disfraz más sutil es simular una especie de socialismo de la piedad y, natural y efectivamente, el fatalismo de los abúlicos se embellece en sumo grado en cuanto logra presentarse como la "religión de la souffrance humaine" (religión del sufrimiento humano).

Esta es sin duda alguna su peculiar manera de demostrar su "buen gusto".

(En Mas allá del Bien y del Mal)

EL CONCEPTO DE ENCUENTRO (TELE Y TRANSFERENCIA)

Según  Moreno  “la  transferencia  es  el  desarrollo  de  fantasías  (inconscientes)  que  el  paciente proyecta  sobre  el  terapeuta,  ot...